sábado, 7 de febrero de 2009

Buscando a un hombre

No es nada nuevo esto de buscar a un hombre. El primero en hacerlo parece que fue otro hombre, Diógenes, un griego que hacía de la pobreza extrema una virtud. Vivía en un barril y no tenía más propiedades que una manta y una escudilla, aunque un día, viendo a un niño beber en la palma de sus manos, se deshizo de ella comprendiendo que era superflua. !No es ese el tipo de hombre que las chicas del siglo XXI tenemos en mente!El problema es que hallamos difícil definir cuáles son las cualidades esperadas y nos conformamos con cualquier cosa, para terminar deshaciéndonos del objeto en cuestión como si fuera algo superfluo.
¿Cómo proceder? Porque convengamos que eso de que "no hay hombres" no es cierto. No habrá en la reunión de "Amigas de la comida verde" o en las charlas de "Psicología armonizadora y reductora de la celulitis", pero que hay hombres, hay. La que no me crea, que se acerque a una conferencia sobre la instalación de telefonía IP y despues me cuenta. O a la calle Florida cuando se teme una corrida bancaria. O al autódromo o a cualquier cancha de fútbol. Lo que pasa es que, pese a toda la postmodernidad, la igualdad de derechos y lo que quieras, seguimos siendo diferentes. Muy diferentes. Nos gustan distintas cosas, vamos a sitios distintos y pocas veces nos cruzamos. Para eso la sociedad desde antes de Diogenes crea espacios de encuentro. El baile, la vuelta al perro y ahora !Internet! Si, chicas, Internet está llena de hombres. Pero....claro, volvemos al punto anterior: ¿Qué queremos de un hombre?
Casi seguramente, para responder a esa pregunta tendremos que seguir retrocediendo un poco más y preguntarnos ¿Qué quiero para mí? ¿Cuál es mi proyecto? ¿Cómo me veo dentro de diez años? ¿Como una profesional exitosa o cuidando a la mamá de él que ya está dando las primeras señales del Alzheimer?
Responder a estas cuestiones nos puede conducir a diferentes actitudes: huir de los hombres, buscar un/a psicologo/a, o seguir participando.
Si, señorita, participando. Antes, cuando usted y yo (o su mama, la que le enseñó a usted) éramos jóvenes, alcanzaba con la peluquería, la boutique y los buenos modales. Total, eran ellos los que tenían que encontrarnos a nosotras. !Y como buscaban! Ahora, eso cambió: aunque el ritual persiste y es conveniente que paguen la consumición en las primeras salidas y les permitimos tomar la iniciativa, en realidad nadie espera que una diga "si" solo porque es un buen partido o "no" porque no muestra un proyecto definido a largo plazo. Y ahí está el problema, porque eso no se sabe tan rápidamente, "hay que conocerse". Salir, comparar, compararse, conversar, comprobar si "hay piel" y "compromiso" o si, simplemente el señor en cuestión (y tal vez nosotras) solo está estamos buscando pasar un rato agradable. !UF!
Si, todo un trabajo, y si no sale bien, a empezar de nuevo. En estos tiempos hace mas falta arremangarse que ir al salón de belleza. Encontrar pareja no es nada, pero nada fácil, y si la pareja que busca es un hombre, menos todavía. Así que, tómeselo con calma y !pico y pala! !Y no perder la confianza!: del otro lado del túnel hay alguien que también está cavando.Ada

jueves, 5 de febrero de 2009

Poema



C
omo un abanico de lluvia
Buenos Aires se abre sobre las azoteas de la Paternal.
El puente mojado se desliza sobre la Avenida San Martín,
y la fronda del bosque lame sus plantas.

¿Quién dice que veinte años no es nada?
Aunque el café de la esquina de Jonte es el mismo
y sirve el mismo mozo, un poco más arrugado,
yo, ahora, ya no soy la misma.

No quiero compartir los cascabeles de mi vagina
con ningún mentiroso,
no creo en los falsos brillos de algunos poetas
y ya no me conmueven sus penas fingidas.

Sin embargo, todavía, sigo creyendo que esta ciudad húmeda
- como una hembra en celo-
tiene las veredas más lindas del mundo para andar enamorado. AF